Desde hace mucho tiempo las personas han tratado de entender el porqué de la naturaleza y los fenómenos que en ella se observan: el paso de las estaciones, el movimiento de los cuerpos y de los astros, los fenómenos climáticos, las propiedades de los materiales, etc. Las primeras explicaciones aparecieron en la antigüedad con los griegos quienes desde un principio trataron de explicar el funcionamiento de su entorno; miraban las estrellas y trataron de explicarse el movimiento de los planetas. Esto llevó a muchas interpretaciones de carácter más filosófico que físico; por ello en esos momentos a la física se le llamaba FILOSOFÍA NATURAL.
500 años antes de la era cristiana, Leucipo y Demócrito pensaban que toda la materia, estaba constituida por pequeñas partículas. Sin embargo, otros explicaban que la materia estaba constituida por cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego.
Hacia el año 300 a.C. Aristarco ya consideraba que la Tierra se movía alrededor del Sol. Sin embargo, durante muchos años se siguió pensando que la Tierra era el centro del Universo, y que todos los planetas y estrellas giraban alrededor de ella. Fue hasta 1500 de nuestra era cuando de terminó el OSCURANTISMO.
Galileo Galilei, científico italiano, llegó a comprobar que la Tierra giraba alrededor del Sol, empleando por primera vez experimentos para comprobar sus aseveraciones, con la invención de su telescopio y sus trabajos en planos inclinados, Galileo empleó por primera vez el método científico y llegó a conclusiones capaces de ser verificadas. Sin embargo, en Roma la Santa Inquisición obligó a Galileo a retractar las afirmaciones pues chocaban con las ideas religiosas contenidas en las Santas Escrituras.
En 1642 nació el científico inglés, Isaac Newton, quien describió el movimiento de los cuerpos celestes por medio de la Ley de la Gravitación Universal, explico que la fuerza de atracción llamada fuerza de gravedad, que existe entre dos cuerpos, hace que las cosas caigan al suelo y.
En la actualidad, un gran interés despierta el conocimiento y la comprensión del proceso socio-histórico que ha conducido al desarrollo de la ciencia. Las relaciones entre la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad se han convertido en un amplio campo de estudio [1].
Paradójicamente, en medio de los avances que supone vivir los tiempos de “la sociedad de la información”, una gran confusión se advierte cuando se pretende juzgar la responsabilidad de la ciencia en los peligros y desafíos que caracterizan nuestra época histórica y se vinculan los grandes descubrimientos científicos casi exclusivamente con el genio de determinadas personalidades.
Compartimos la convicción, basada en el análisis de la historiografía de los principales hitos del avance científico, de que los logros de las ciencias tienen un carácter temporal, que se insertan en la matriz del tiempo de acuerdo con las necesidades de la época y de las propias tendencias que impulsan con cierta autonomía su desarrollo específico.
Al inscribirse en los marcos del enfoque histórico-cultural este trabajo reconoce la importancia de las personalidades y las instituciones científicas que promueven la construcción de las ciencias pero insiste en que el orden del día de sus conquistas está profundamente marcado por el repertorio de realizaciones materiales y espirituales de la sociedad en un momento históricamente condicionado.
Las fuerzas motrices de las ciencias no pueden encontrarse fuera de las necesidades de la sociedad en cuyo seno transcurre su construcción. Al mismo tiempo se reconoce que el edificio teórico creado por cada disciplina científica tiene sus especificidades y autodeterminación relativa, según las regularidades y complejidad de la realidad que persigue reflejar, lo cual le concede a cada ciencia su propio tiempo, su manera peculiar de aparecer, madurar y desenvolverse en la Historia.
La especie humana al apostar al desarrollo científico no lo ha hecho exclusivamente para satisfacer una curiosidad epistémica, para explicar o interpretar este u otro fenómeno de la naturaleza o la sociedad, lo ha hecho ante todo para transformar el mundo en función de las necesidades que un contexto socio-cultural impone en un escenario históricamente condicionado.
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La inmensa figura de Galilei tal vez pueda resumirse para todos los tiempos por su célebre frase: » E pour si muove!” símbolo de la desesperada impotencia ante la ciega intolerancia de la Inquisición. Tenía 69 años cuando fue obligado a abjurar de su obra y se le impusiera la pena de cadena perpetua (condena que fuera conmutada por el arresto domiciliario) pero sus ideas, su pensamiento creativo, no pudieron ser encerradas y aún publica en 1638 su última obra que resumiría los resultados sobre le movimiento y los principios de la Mecánica. Cuando en la primavera de 1 642 muere nacería su mejor heredero: Isaac Newton.(2). |
Imagen: The Galileo Project Web Site http://galileo.rice.edu/bio/index.html |
Siguiendo los principios esbozados arriba, deseamos subrayar que el credo que orienta este trabajo se sintetiza en:
- El rechazo a la retrógrada intención, recordada tristemente por la Historia, de satanizar los resultados de las ciencias, y a cualquier retoque académico que pretenda desplazar hacia el progreso científico la responsabilidad de los enajenantes problemas de la sociedad contemporánea.
- El reconocimiento al importante papel desempeñado por las personalidades científicas que, con el talento propio de los genios y una perseverancia a toda prueba, son protagonistas de la expansión del universo de lo conocido tanto en la esfera material como espiritual de la sociedad.
- La admisión de la notable influencia que ha de ejercer la dotación genética en el complejo proceso de formación de un genio, pero el desconocimiento a cualquier intento de atribuir a sexo, raza o región geográfica, el monopolio del talento.
- La confianza en la utilidad enaltecedora de la virtud solidaria frente a la egoísta y decadente moral del éxito.
- La creencia firme de que una sociedad mejor es posible, y que su construcción dependerá en buena medida de las conciencias que se abonen a través de una universal batalla de ideas, en la que jugará un importante lugar el discurso que se haga de la Historia.
Desde hace mucho tiempo las personas han tratado de entender el porqué de la naturaleza y los fenómenos que en ella se observan: el paso de las estaciones, el movimiento de los cuerpos y de los astros, los fenómenos climáticos, las propiedades de los materiales, etc. Las primeras explicaciones aparecieron en la antigüedad con los griegos quienes desde un principio trataron de explicar el funcionamiento de su entorno; miraban las estrellas y trataron de explicarse el movimiento de los planetas. Esto llevó a muchas interpretaciones de carácter más filosófico que físico; por ello en esos momentos a la física se le llamaba FILOSOFÍA NATURAL.
500 años antes de la era cristiana, Leucipo y Demócrito pensaban que toda la materia, estaba constituida por pequeñas partículas. Sin embargo, otros explicaban que la materia estaba constituida por cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego.
Hacia el año 300 a.C. Aristarco ya consideraba que la Tierra se movía alrededor del Sol. Sin embargo, durante muchos años se siguió pensando que la Tierra era el centro del Universo, y que todos los planetas y estrellas giraban alrededor de ella. Fue hasta 1500 de nuestra era cuando de terminó el OSCURANTISMO.
Galileo Galilei, científico italiano, llegó a comprobar que la Tierra giraba alrededor del Sol, empleando por primera vez experimentos para comprobar sus aseveraciones, con la invención de su telescopio y sus trabajos en planos inclinados, Galileo empleó por primera vez el método científico y llegó a conclusiones capaces de ser verificadas. Sin embargo, en Roma la Santa Inquisición obligó a Galileo a retractar las afirmaciones pues chocaban con las ideas religiosas contenidas en las Santas Escrituras.
En 1642 nació el científico inglés, Isaac Newton, quien describió el movimiento de los cuerpos celestes por medio de la Ley de la Gravitación Universal, explico que la fuerza de atracción llamada fuerza de gravedad, que existe entre dos cuerpos, hace que las cosas caigan al suelo y.
En la actualidad, un gran interés despierta el conocimiento y la comprensión del proceso socio-histórico que ha conducido al desarrollo de la ciencia. Las relaciones entre la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad se han convertido en un amplio campo de estudio [1].
Paradójicamente, en medio de los avances que supone vivir los tiempos de “la sociedad de la información”, una gran confusión se advierte cuando se pretende juzgar la responsabilidad de la ciencia en los peligros y desafíos que caracterizan nuestra época histórica y se vinculan los grandes descubrimientos científicos casi exclusivamente con el genio de determinadas personalidades.
Compartimos la convicción, basada en el análisis de la historiografía de los principales hitos del avance científico, de que los logros de las ciencias tienen un carácter temporal, que se insertan en la matriz del tiempo de acuerdo con las necesidades de la época y de las propias tendencias que impulsan con cierta autonomía su desarrollo específico.
Al inscribirse en los marcos del enfoque histórico-cultural este trabajo reconoce la importancia de las personalidades y las instituciones científicas que promueven la construcción de las ciencias pero insiste en que el orden del día de sus conquistas está profundamente marcado por el repertorio de realizaciones materiales y espirituales de la sociedad en un momento históricamente condicionado.
Las fuerzas motrices de las ciencias no pueden encontrarse fuera de las necesidades de la sociedad en cuyo seno transcurre su construcción. Al mismo tiempo se reconoce que el edificio teórico creado por cada disciplina científica tiene sus especificidades y autodeterminación relativa, según las regularidades y complejidad de la realidad que persigue reflejar, lo cual le concede a cada ciencia su propio tiempo, su manera peculiar de aparecer, madurar y desenvolverse en la Historia.
La especie humana al apostar al desarrollo científico no lo ha hecho exclusivamente para satisfacer una curiosidad epistémica, para explicar o interpretar este u otro fenómeno de la naturaleza o la sociedad, lo ha hecho ante todo para transformar el mundo en función de las necesidades que un contexto socio-cultural impone en un escenario históricamente condicionado.
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La inmensa figura de Galilei tal vez pueda resumirse para todos los tiempos por su célebre frase: » E pour si muove!” símbolo de la desesperada impotencia ante la ciega intolerancia de la Inquisición. Tenía 69 años cuando fue obligado a abjurar de su obra y se le impusiera la pena de cadena perpetua (condena que fuera conmutada por el arresto domiciliario) pero sus ideas, su pensamiento creativo, no pudieron ser encerradas y aún publica en 1638 su última obra que resumiría los resultados sobre le movimiento y los principios de la Mecánica. Cuando en la primavera de 1 642 muere nacería su mejor heredero: Isaac Newton.(2). |
Imagen: The Galileo Project Web Site http://galileo.rice.edu/bio/index.html |
Siguiendo los principios esbozados arriba, deseamos subrayar que el credo que orienta este trabajo se sintetiza en:
- El rechazo a la retrógrada intención, recordada tristemente por la Historia, de satanizar los resultados de las ciencias, y a cualquier retoque académico que pretenda desplazar hacia el progreso científico la responsabilidad de los enajenantes problemas de la sociedad contemporánea.
- El reconocimiento al importante papel desempeñado por las personalidades científicas que, con el talento propio de los genios y una perseverancia a toda prueba, son protagonistas de la expansión del universo de lo conocido tanto en la esfera material como espiritual de la sociedad.
- La admisión de la notable influencia que ha de ejercer la dotación genética en el complejo proceso de formación de un genio, pero el desconocimiento a cualquier intento de atribuir a sexo, raza o región geográfica, el monopolio del talento.
- La confianza en la utilidad enaltecedora de la virtud solidaria frente a la egoísta y decadente moral del éxito.
- La creencia firme de que una sociedad mejor es posible, y que su construcción dependerá en buena medida de las conciencias que se abonen a través de una universal batalla de ideas, en la que jugará un importante lugar el discurso que se haga de la Historia.